Serán artículos de distintos medios
que parecen peliculas que vemos todos los días.
Dagan, el cerebro del "nuevo" Mossad
Devolvió la reputación perdida de la agencia con reformas y operaciones mortales en el exterior
Pablo Gaggero
Cargado de medallas y los máximos honores militares que pueda conceder el Estado de Israel, el general Meir Dagan, jefe del servicio de inteligencia israelí, es el actual comandante de la guerra secreta que lleva adelante el temido Mossad fuera de las fronteras del país.
Militar de extensa trayectoria dentro de las Fuerzas de Defensa de Israel, Dagan fue convocado en 2002 por su antiguo superior, el entonces primer ministro Ariel Sharon, que le encomendó la tarea de restituirle al Instituto -como se conoce al Mossad- el aura de prestigio que supuestamente había perdido en los últimos años después de una serie de vergonzosos fracasos. Estos incluyeron la captura, en 1998, de cinco espías que instalaban micrófonos en la casa de un libanés en Suiza. Y la detención en Chipre, ese mismo año, de otros dos agentes que espiaban a las fuerzas armadas grecochipriotas.
Sharon, hoy en coma, le había ordenado dirigir el Mossad "con un cuchillo entre los dientes". Dagan reemplazó a Ephraim Halevy, un abogado nacido en Inglaterra con más de cuatro décadas en el Mossad y cuyas ideas moderadas no seducían demasiado al premier. Entre ellas, la de "hablar con Hamas; no negociar. Primero hablar", como había reconocido Halevy a LA NACION en diciembre de 2008, tres semanas antes de la ofensiva militar contra Hamas en Gaza.
Hasta el asesinato de Mahmoud al-Mabhoub, uno de los líderes del grupo islamista palestino, Dagan parecía haber cumplido al pie de la letra las instrucciones.
A las órdenes del corpulento general, el Mossad retomó su política de alcanzar con su brazo vengativo a los enemigos de Israel, tanto en el mundo árabe como en Europa, con operaciones mortales. La reputación del servicio secreto lentamente fue restaurada con dos golpes limpios atribuidos a los comandos israelíes.
Una de sus víctimas fue Imad Mughniyeh, uno de los fundadores de Hezbollah, la milicia con sede en el Líbano y fuertes lazos con Irán, que fue decapitado en febrero de 2008 por una bomba instalada en el cabezal de su automóvil, a pocas cuadras del cuartel de la inteligencia siria en Damasco. En colaboración con las fuerzas especiales israelíes, seis meses después, en una villa del Mediterráneo, el Mossad habría asesinado al general Mohammed Suleiman, pieza clave del alto mando sirio y enlace con los directores del programa nuclear de Corea del Norte. Una bala de alto poder disparada desde la costa terminó con el militar.
Según los analistas israelíes, con el modus operandi del asesinato de Al-Mabhoub, el Mossad -Dagan, en particular- buscó reivindicar el operativo fallido contra el líder de Hamas en Jordania, Khaled Meshaal, que había sido envenenado por un equipo israelí, dos de cuyos miembros fueron capturados por las autoridades del reino hachemita, en 1997. La intervención del rey Hussein, íntimo amigo de Halevy, salvó la vida de Meshaal.
Los expertos israelíes consideran que Dagan sumó a esas operaciones selectivas una profunda reforma interna del Mossad. No sólo para oxigenarlo, con el alejamiento de unos 200 agentes, sino también para mantener un férreo control sobre la organización con el despido de cuatro de sus subdirectores.
"Dagan es un luchador callejero", opinó el experto en temas militares Amir Oren en un artículo en el diarioHaaretz , en el que desestimó la posibilidad de que renuncie el jefe del Mossad, como vienen reclamando algunos sectores en Israel.
El popular Dagan parece lejos de la renuncia tras casi ocho años en el puesto, un récord alcanzado sólo por un par de sus predecesores, entre ellos Isser Harel. Para muchos, fue el responsable de que la agencia volviera a ser vista con temor en el extranjero.
Y parece casi imposible que el Mossad ceda en sus planes de realizar otras operaciones mortales cuando mantiene frentes de disputa no sólo con Hamas y con Hezbollah, sino también con Irán y su pesadilla nuclear camino de convertirse en una realidad para el convulsionado Medio Oriente.
Un operativo comando grabado por las cámaras
Disfrazados, los agentes siguieron a Al-Mabhouh
Lunes 22 de febrero de 2010 | Publicado en edición impresa
· Juan Miguel Muñoz
EL PAIS
JERUSALEN.- Mahmoud al-Mabhouh atraviesa la puerta giratoria del hotel Al-Bustan Rotana, en la opulenta Dubai, a las 20.24 del 19 de enero. El dirigente de Hamas toma el ascensor. Lo abandona mirando hacia los costados, costumbre arraigada en este hombre de 49 años al que han intentado matar más de una vez. Enfila hacia el pasillo y la cámara de seguridad pierde su rastro.
20.27. Dos hombres siguen la estela que acaba de recorrer el palestino rumbo a la habitación 230. Diecinueve minutos más tarde, los dos hombres vuelven raudos hacia el ascensor. Otros dos individuos, segundos después. Los cuatro llevan gorra; probablemente pelucas, y caminan cabizbajos. Acaban de asesinar a Al-Mabhouh. El Gran Hermano estaba ahí para captar, por primera vez con precisión, una operación mortal de una agencia de espionaje.
"Es responsabilidad del Mossad", reiteraba ayer el jefe de la policía de Dubai, Dhahi Jalfan Tamimi.
Durante 10 días, y después de que el gerente del hotel hallara el cadáver de Al-Mabhouh 17 horas después de su asesinato, nada trascendió. Pero la policía de Dubai escrutaba las grabaciones de los hoteles, centros comerciales, calles, estacionamientos...
Las cintas muestran a los miembros del comando Michael, Gail, Kevin y James llegando al aeropuerto de Dubai en los primeros minutos del día 19, cada uno por su cuenta. Luego, su registro en los hoteles y cómo vigilaban en la amplia sala del aeropuerto la llegada de la víctima, cinco horas antes de morir. Los asesinos no le sacan los ojos de encima al fundador de la milicia de Hamas en el vestíbulo del hotel. Se mueven en parejas y visten a veces ropa deportiva, raqueta en mano. Se disfrazan de nuevo en los baños del hotel..
"Los miembros del comando demostraron profesionalidad y sangre fría. Eran conscientes de que había cámaras", opina el analista Yossi Melman. Llevan gorros y siempre usan anteojos oscuros. Los nombres empleados en sus pasaportes se conocen, pero su aspecto físico es probable que poco tenga que ver con las fotografías que difunde Interpol.
¿Asfixiado, electrocutado, envenenado o una mezcla de todo? Los exámenes forenses lo aclararán. Pero nadie alberga dudas, tampoco en Israel: la huella del Mossad está impresa en un crimen que ahora salpica en cualquier dirección. Nunca será la operación sin pistas que adora este servicio secreto.
Los agentes falsificaron pasaportes de 11 ciudadanos israelíes que tenían a la vez pasaportes de otros países, lo que ha desatado un roce diplomático con Londres, París, Dublín y Berlín. También investiga Austria, porque los implicados no se llamaban entre sí, pero lo hacían a números de teléfono de ese país. Y Estados Unidos indaga la utilización de tarjetas de crédito emitidas por sus bancos.
En la opinión pública árabe cunde la sospecha sobre la colusión de los servicios secretos israelíes con los europeos, por mucho que desmientan sus cancillerías. En Israel preocupa otro asunto: la imposición de los datos biométricos en los pasaportes causarán problemas considerables para el desplazamiento de los comandos.
Pero las preguntas brotan. ¿Valía la pena arriesgar con el uso de pasaportes falsificados de países aliados europeos? ¿Era necesario incomodar de ese modo a Dubai, único país del Golfo que mantiene relaciones con Israel? ¿Tan codiciada era la pieza? Mahmoud al-Mabhouh estuvo implicado en el secuestro y asesinato de dos soldados israelíes en los años ochenta, y en 1989 emigró de Gaza para vivir en Damasco. Pero Israel le atribuía ahora el papel de enlace con Irán para la compra de armas.